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Érase una vez un castillo… El de Escornalbou, cerca de Tarragona

Si alguna vez os encontráis por Tarragona y buscáis un lugar especial para visitar, el Castillo de Escornalbou es una propuesta más que recomendable. Su estado de conservación es magnífico, con la posibilidad de recorrer sus estancias interiores, y se encuentra en lo alto de una colina desde la que se divisa una panorámica impresionante de toda la Costa Dorada.

El castillo se encuentra en el municipio de Riudecanyes, a menos de 15 minutos en coche por una carretera que lleva directamente a nuestro destino, situado a 650 metros sobre el nivel del mar. El vehículo debe quedarse en una zona de aparcamiento que hay muy próxima a la entrada.

Otra propuesta, especialmente si vais con amigos o en familia, es recorrer a pie el mismo camino que hicieron los frailes que habitaron el castillo-monasterio. Entre robles, encinas y pinaza encontrareis formaciones bien extrañas de piedra arenosa, una piedra rojiza utilizada para hacer menos puntiagudos los cuernos de los bueyes.

Una vez arriba, hay una ruta establecida llamada «el camino de los frailes» que es circular y permite recorrer todo el perímetro del recinto monumental y admirar las diversas construcciones vinculadas al castillo. Eso sí, el punto de encuentro puede ser el patio, justo delante de la iglesia y frente a la pequeña oficina de información donde puedes solicitar una visita guiada o adquirir algún recuerdo. Los orígenes de este lugar se remontan a finales del siglo XII y su construcción fue impulsada por Alfonso I quien lo cedió a la iglesia de Tarragona. Posteriormente lo habitaron monjes agustinianos y franciscanos hasta que en 1835 se produjo la desamortización. Abandonado hasta la primera década del siglo XX, entonces un adinerado diplomático de Reus, Eduard Toda, lo adquirió y lo reconstruyó para su uso privado.

Precisamente, uno de los atractivos de este lugar es que te permite observar cómo era una casa señorial de principios de siglo. En ella existen interesantes colecciones de grabados, cerámicas y objetos de todo tipo, así como una notable biblioteca. La vivienda del Sr. Toda es de obligada visita, al igual que la iglesia románica, los restos de la sala capitular y el claustro convertido en mirador. El enclave ya de por sí es pura atracción, en lo alto de la colina de Santa Bárbara, con vistas a las montañas de Prades, al cabo de Salou e incluso, en días claros, en el horizonte se divisan los montes de Mallorca.

Más información: www.mhcat.cat/monuments/castell_monestir_de_sant_miquel_d_escornalbou

Fotografías: Comunikate

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